08 septiembre 2008

Hace mucho que te quiero: el poder del silencio

Nunca llegué a entender el Oscar a Juliette Binoche por El paciente inglés. Para mí, la gran dama de la película no era ni más ni menos que una Kristin Scott Thomas (SPOILER el clímax en la cueva es de los más tremendo - melodramáticamente hablanndo - que un servidor ha visto en su vida FIN SPOILER) veía desde entonces como su carrera se apagaba poco a poco. Intentó convertirse en estrella con La casa de mi vida (todo un placer culpable para mí, debo admitir) y Caprichos del destino pero no llegó a ninguna parte. Entonces se refugió en el cine francés en roles secundarios con alguna que otra participación en películas como Secretos de familia o Gosford Park.

Ahora, con Hace mucho que te quiero, puede salir del ostracismo en el que no merece estar con su primer papel protagónico en Francia . En la ópera prima de Phillipe Claudel, Scott Thomas hace un trabajo maravilloso, en el que no hacen falta palabras para describir o dejar entrever qué es lo que está pasando su personaje.

Juliette (Scott Thomas) sale en libertad después de pasar quince años en la cárcel. Durante esos quince años no ha tenido ningún contacto con su familia, que la rechazó. Léa (Elsa Zylberstein), su hermana menor, la acoge en su casa de Nancy, donde vive con su marido Luc y dos hijas adoptivas. Debido al largo encarcelamiento de Juliette y a su diferencia de edad, las dos mujeres se sienten como dos extrañas. Ambas tendrán que enfrentarse, tarde o temprano, al por qué acabó Juliette en la carcel: mató a su propio hijo.


Estamos, como veis, ante un drama de proporciones importantes. No utilizaré el término telefilmero porque considero que hay maravillosos dramas que, en las manos equivocadas, podrían pertenecer a ese grupo: Brokeback Mountain o Million Dollar Baby, sin ir más lejos. Este Hace mucho que te quiero no se acerca ni mucho menos a estas películas pero es un buen melodrama, en el que las cosas suceden poco a poco, a su ritmo, contadas con una elegancia que no siempre aparece en primeras obras. Gracias, por ejemplo, a la relación que mantiene Juliette con el amigo de Lea y, sobre todo, con su agente de la condicional, la película gana enteros. A pesar de su hermatismo de Juliette, su personalidad, su rostro terminan por atraer y conquistar a aquellos que están a su alrededor, los cuales, al igual que ella, son unos solitarios... a todos menos a ella misma. Aún no ha superado lo que sucedió hace quince años, un secreto que aquí no vamos a desvelar y que se desvela poco a poco en el desarrollo de la historia.

Lo mejor: Los actores son fantásticos, el uso de los silencios, la elegante puesta en escena y, ante todo, una maravillosa Kristin Scott Thomas.
Lo peor: Su desenlace, además de algo previsible, puede pecar de tramposo y algo ñoño.
La escena: Juliette esperando en el aeropuerto. Una Scott Thomas a cara lavada sabe transmitir todo con una mirada, con un gesto, sin necesidad de palabras. Fantástica.
¿Por qué... las actrices que ya han pasado los 40 tienen tantos problemas para encontrar papeles a su altura?

Las palabras aparecen con cuentagotas, es una de esas películas en las que los personajes y sus actores transmiten tanto o más con los silencios que con las parafradas que los guionistas les han escrito. En este campo destaca un Kristin Scott Thomas que, como he dicho anteriormente, hace un trabajo espectacular. No es de extrañar que ya haya webs americanas que han mencionado su trabajo como uno de los posibles candidatos al Oscar a mejor actriz.

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