11 octubre 2008

¿Donde estarán las nuevas Historias de Filadelfia?

La mejor comedia “políticamente incorrecta” que he visto en muchísimo tiempo. Estrenada en 1940, las siete décadas de lucha feminista y los cambios de rol que ha sobrellevado la mujer dentro de la sociedad pueden hacer que esta maravilla cinematográfica se malinterprete e incluso parezca machista en algunos momentos (o hilarantes, según el prisma, ya se sabe).

Ambientada en la alta sociedad de Filadelfia, un Cary Gran convertido en C.K. Dexter Haven decide visitar a su ex esposa (Katherine Hepburn) dos días antes de su nuevo enlace junto a George Kittredge (John Howard), un nuevo rico al que le importa más su éxito personal que otra cosa.

Dexter Heaven decide intervenir para ayudar a la novia, que tiene algún que otro problema para conseguir lo que aquel entonces parecía lo más importante: salvaguardar el honor de la familia Lord. A todo esto se une un tema muy actual en nuestros días, un par de paparazzi (James Stewart y Ruth Hussey) que se hacen pasar por dos invitados más para poder conseguir la foto del año (muy a pesar de sus verdaderas aspiraciones). Después de muchos líos, dimes y diretes, borracheras y tanteos a los tres guapos (guapísimos) pretendientes, Katherine Hepburn (que parece encajar perfectamente en cada papel que interpreta, pero que aquí muestra una naturalidad y frescura sorprendentes) acaba más o menos como esperaba(mos): casada, sin líos familiares y siendo mucho más consciente de las limitaciones de los demás y de las suyas propias. El happy end de siempre pero como punto final a una historia que es en sí misma un ejemplo del Star System en sus mejores años.

Las razones por las que les recomendaría (más bien les obligaría) a ver esta película son tan obvias y variadas que creo que les pueden convencer por ellas mismas. Historias de Filadelfia no es una película complicada pero puede presumir de un cuidado guión, dónde el éxito de los diálogos (algunas veces más monólogos que diálogos) y la historia en sí, está basado en un juego de dobles sentidos.

Un reparto de esos que hace que la película valga la pena sólo por ver al divertidísimo y guapísimo Cary Grant (perdón por la redundancia, pero es cierto) y a la impactante Katherine Hepburn. Y como sello de garantía, detrás de todo esto encontramos al director George Cukor y en este ocasión a Joseph L. Mankiewicz como productor.

Un film más que recomendable si lo que quiere es pasar una relajada y entretenida tarde de fin de semana y además ver a buenos actores haciendo un buen trabajo.

Lo mejor: Katherine, que traspasa la pantalla con cada palabra, gesto o mirada. Y un James Stewart divertido.
Lo peor: el final tan precipitado, en todos los sentidos.
La secuencia: la presentación tan surrealista de Tracy Lord y los dos periodistas encubiertos.

01 octubre 2008

No me pidas una gran película, porque te la daré



No he podido evitar el probablemente poco original juego de palabras para titular esta crónica de No me pidas que te bese porque te besaré, pero es que estamos no ya ante una de las mejores películas del año, que también, sino a lo mejor del cine español de 2008 (un año sin pesos pesados ni grandes taquillazos o sorpresas, todo sea dicho).

Eloy Azorín (más guapo que nunca, soso como siempre) es Albert, un chico que está a punto de casarse, pero no se atreve a decirle a su novia que ya no la quiere. Además en vez de preocuparse por organizar la boda, decide de una vez por todas intentar aprender a tocar la guitarra, una de sus obesiones desde pequeño. Por eso se apunta a un cursillo impartido en el que compartirá clases con personas "especiales". Además deberá lidiar con su meojr amigo, David, que sueña con montar el club de las pajas.

Visto así, debo admitir que la película puede acojonar un poco. Un argumento de este calibre puede acabar como una gran película (que es lo que ha conseguido el dramaturgo Albert Espinosa, que aquí se reserva un papel, en su primer película como director) o una gran chorrada. Es una historia que se puede contar además de diferentes maneras, el autor puede optar por el tono que más le convenga. Podrían haber tirado por una comedia dramática más transgresora y gamberra propia del cine americano pero Espinosa escoge contar su historia casi como si fuese un cuento, con muchísima personalidad y buen gusto en su forma de narrar (heredera del estilo de sus guiones anteriores, como Planta Cuarta o Tu vida en 65 minutos. Es una película tierna, divertida e incluso emotiva.
Espinosa, que de pequeño se tuvo que enfrentar al cáncer, repite las obsesiones que vimos en las películas comentadas. Las inseguridades y conflictos de un protagonista que, aparentemente, no tiene problemas, la obsesión por las pajas (ni más ni menos), la inclusión de personajes en posiciones de desventaja (en Planta cuarta niños con cáncer, aquí retrasados) las vimos antes pero aquí se nota como el escritor y ahora director ha madurado y las lleva a mejor puerto. Los diálogos además ya no suenan acartanados y artifidciales cómo si ocurría en parte de Tu vida..., los diferentes engranajes de la película funcionan como un reloj. Se le perdona al director que abuse usando de la voz en off porque estamos ante una obra especial, única y encantadora,
Lo mejor: el guión, el tono, la música, los secundarios,... todo.
Lo peor: el abuso de la voz en off.
La escena: Cuando el alumno especial que quiere bailar, lo hace finalmente con su hermano. Por poner un ejemplo.

No os la perdáis. Es todo lo que voy a decir. El resto lo debeis descubrir vosotros mismos.

 
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