01 octubre 2008

No me pidas una gran película, porque te la daré



No he podido evitar el probablemente poco original juego de palabras para titular esta crónica de No me pidas que te bese porque te besaré, pero es que estamos no ya ante una de las mejores películas del año, que también, sino a lo mejor del cine español de 2008 (un año sin pesos pesados ni grandes taquillazos o sorpresas, todo sea dicho).

Eloy Azorín (más guapo que nunca, soso como siempre) es Albert, un chico que está a punto de casarse, pero no se atreve a decirle a su novia que ya no la quiere. Además en vez de preocuparse por organizar la boda, decide de una vez por todas intentar aprender a tocar la guitarra, una de sus obesiones desde pequeño. Por eso se apunta a un cursillo impartido en el que compartirá clases con personas "especiales". Además deberá lidiar con su meojr amigo, David, que sueña con montar el club de las pajas.

Visto así, debo admitir que la película puede acojonar un poco. Un argumento de este calibre puede acabar como una gran película (que es lo que ha conseguido el dramaturgo Albert Espinosa, que aquí se reserva un papel, en su primer película como director) o una gran chorrada. Es una historia que se puede contar además de diferentes maneras, el autor puede optar por el tono que más le convenga. Podrían haber tirado por una comedia dramática más transgresora y gamberra propia del cine americano pero Espinosa escoge contar su historia casi como si fuese un cuento, con muchísima personalidad y buen gusto en su forma de narrar (heredera del estilo de sus guiones anteriores, como Planta Cuarta o Tu vida en 65 minutos. Es una película tierna, divertida e incluso emotiva.
Espinosa, que de pequeño se tuvo que enfrentar al cáncer, repite las obsesiones que vimos en las películas comentadas. Las inseguridades y conflictos de un protagonista que, aparentemente, no tiene problemas, la obsesión por las pajas (ni más ni menos), la inclusión de personajes en posiciones de desventaja (en Planta cuarta niños con cáncer, aquí retrasados) las vimos antes pero aquí se nota como el escritor y ahora director ha madurado y las lleva a mejor puerto. Los diálogos además ya no suenan acartanados y artifidciales cómo si ocurría en parte de Tu vida..., los diferentes engranajes de la película funcionan como un reloj. Se le perdona al director que abuse usando de la voz en off porque estamos ante una obra especial, única y encantadora,
Lo mejor: el guión, el tono, la música, los secundarios,... todo.
Lo peor: el abuso de la voz en off.
La escena: Cuando el alumno especial que quiere bailar, lo hace finalmente con su hermano. Por poner un ejemplo.

No os la perdáis. Es todo lo que voy a decir. El resto lo debeis descubrir vosotros mismos.

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