Acudí al cine a ver King Kong, no por un deseo ferviente de verla, sino por una comprensible curiosidad. Estaba convencida de que iba a ser más de lo mismo, otra versión más pero con un despliegue de medios acorde con el momento.
No podría estar más equivocada.
No podría estar más equivocada.
Desde el primer minuto de la película hasta el último, Peter Jackson ha sabido llevar la historia con la genialidad que le caracteriza.
La trama comienza ambientándonos en el contexto social. En un Nueva York devastado por la gran depresión vive Anne Darrow, personaje magistralmente interpretado por Naomi Watts, una actriz cómica que ve cómo el teatro donde trabaja se cierra y el hombre que ha sido un padre para ella desde que era niña se marcha.
Por otro lado, está Carl Denham, un productor y director de cine que hace lo que sea por seguir adelante con su película.
El encuentro de estos dos personajes desencadena toda una serie de acontecimientos que acabarán en desastre.
En primer lugar hay que comentar la ambientación. La textura de la cinta le da a la imagen un aspecto de película clásica. Los coches, el vestuario, las calles… hasta el último detalle hacen que la ciudad te atrape. Casi al final del filme, el personaje interpretado por Adrien Brody cruza el Times Square hacia el teatro donde están exhibiendo a King Kong... una puesta en escena increíble, con el mínimo detalle que hace que no puedas evitar fijarte hasta en los raíles de tranvía de la calle. Es una imagen que deja huella.
La trama comienza ambientándonos en el contexto social. En un Nueva York devastado por la gran depresión vive Anne Darrow, personaje magistralmente interpretado por Naomi Watts, una actriz cómica que ve cómo el teatro donde trabaja se cierra y el hombre que ha sido un padre para ella desde que era niña se marcha.
Por otro lado, está Carl Denham, un productor y director de cine que hace lo que sea por seguir adelante con su película.
El encuentro de estos dos personajes desencadena toda una serie de acontecimientos que acabarán en desastre.
En primer lugar hay que comentar la ambientación. La textura de la cinta le da a la imagen un aspecto de película clásica. Los coches, el vestuario, las calles… hasta el último detalle hacen que la ciudad te atrape. Casi al final del filme, el personaje interpretado por Adrien Brody cruza el Times Square hacia el teatro donde están exhibiendo a King Kong... una puesta en escena increíble, con el mínimo detalle que hace que no puedas evitar fijarte hasta en los raíles de tranvía de la calle. Es una imagen que deja huella.
La isla resulta abrumadoramente tenebrosa, al igual que la selva que Joseph Conrad describe en “el corazón de las tinieblas”, novela que se nombra no en vano. Al igual que Marlow, los protagonistas de King Kong se mueven por la isla impulsados parte por el miedo y parte por la fascinación.
King Kong, quien aparece por primera vez después de una hora y diez minutos de metraje, es la gran estrella de la película.
King Kong, quien aparece por primera vez después de una hora y diez minutos de metraje, es la gran estrella de la película.
Si bien hay ciertos momentos que los efectos especiales no cumplen (todos cuando Kong lleva en volandas a Anne), el gran simio está perfectamente incluido en la imagen, es tan expresivo que asusta y cada vez que sus ojos se cruzan con los de Anne Darrow…casi pueden oírse palabras. Se hablan con la mirada.
Volviendo a la isla, hay que resalta la habilidad de Jackson por mantener una tensión constante.
Volviendo a la isla, hay que resalta la habilidad de Jackson por mantener una tensión constante.
Cualquiera podría fastidiarla con tanto dinosaurio y criatura extraña, uno de tras de otro, pero no. Todo lo que rodea a los T-Rex y el afán de King Kon por proteger a la chica está perfectamente llevado desde el principio hasta el final, pasando por esa imagen (perfecta entre muchas) del Rex, Kong y ella en medio.
La historia se va desarrollando desde ahí de una forma coherente y con una gran dosis de acción mezclada entre los diferentes mensajes que han estado siempre detrás de la fábula del simio.
Tras el reencuentro tiene lugar la mejor escena, en mi opinión, de toda la película: el lago helado. Cuando lo estaba viendo no pude evitar pensar en Eduardo Manostijeras moldeando la estatua de hielo. Es una escena mágica.
Tras el reencuentro tiene lugar la mejor escena, en mi opinión, de toda la película: el lago helado. Cuando lo estaba viendo no pude evitar pensar en Eduardo Manostijeras moldeando la estatua de hielo. Es una escena mágica.
Esto me lleva a otro elemento clave en la forma de narrar la historia. Hay una frase muy presente en la personalidad de Darrow y es que "todo lo bueno tiene un final"… todos los momentos serenos y felices, por llamarlos de alguna forma, entre King Kong y Anne son bruscamente interrumpidos por una amenaza o ataque externos. Todo lo bueno se acaba de forma repentina (como la maravillosa escena del hielo).
Ese último gran momento a solas, en la alto del Empire State al amanecer (ya era imposible reprimir las lágrimas) viene seguido del tradicional ataque aéreo, donde destaca el inteligente uso de las cámaras. Hay un plano donde la cámara se sitúa paralela a la cola de una de las avionetas y va girando hasta ver al gorila que resulta excepcional.
En conclusión. Esta adaptación de un clásico se merece todas las buenas críticas que ha cosechado y más, y asienta a Peter Jackson como uno de los directores más dotados para hacer adaptaciones cinematográficas, respeta la historia y el alma aportando su granito, más bien un pedrusco, personal. Seguramente sea una de las mejores películas del año. Una película para recordar con una frase final para recordar:
Fue la belleza lo que mató a la bestia
1 comentaron:
King Kong es una experiencia visual y emocional como no lo es muchas otras. De acuerdo contigo en que es la mejor pelicula del año, sin duda lo es.
Personalmente prefiero el atardecer en la isla al lago helado, pero ambas son dos escenas grandiosas.
Buen blog.
Un saludo.
McClane
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