
¿Quiere decir esto que 500 días juntos es la gran película del 2009? Pues no... y sí. Pocas películas este año han ofrecido escenas tan estimulantes y efectivas - tocándote la fibra sin ser efectistas ni manipuladoras - como algunas que ocupan el metraje de esta ópera prima del debutante Marc Webb. El ejemplo más claro es esa devastadora secuencia de expectativas / realidad que cambia todo en la historia... o el alargado (por otra parte) episodio en Ikea.
No todo es perfecto: ahí estan los clásicos secundarios de estas comedias románticas como la niña sabionda o los amigos freaks... que nunca igualarán al que lo inició la moda diez años atrás: el genial Rhys Ifans de Notting Hill. También está la inevitable escena del karaoke (¿invierten dinero en todas las películas indies? Cuanto daño ha hecho Sofía Coppola) o la clásica historia de protagonista que tiene su carrera soñada aparcada para acabar volviendo a apostar por ella en el último acto, habiéndose dado cuenta de que su felicidad es lo más importante.


Por último, decir que es triste. Entendible, pero definitivamente triste. Con sus 33 millones de dólares de recaudación, 500 días juntos, todo un éxito indie de taquilla, se queda lejísimos de cintas muy menores, sino directamente mediocres, como La proposición, La cruda realidad o Guerra de novias. ¿Se merecen las nuevas generaciones de espectadores que gente como el debutante Webb o la dupla Scott Neustadter & Michael H. Webber se rompan la cabeza por encontrar algo nuevo en un género tan manido como la comedia romántica? Probablemente no, pero sigue habiendo gente, como un servidor, que agradece que hoy en día haya cineastas que luchen por ofrecer algo nuevo, aunque sea partiendo de los estereotipos.