Podrá ser mejor o peor actor, pero lo que es indudable es que Adam Sandler tiene carisma, la clave por la que, desde su protagonista en El chico ideal, ha destrozado las taquillas norteamericanas película sí, película también - su éxito no se ha extendido de igual forma al resto del mundo, donde se encuentra lejos de compañeros de generación como Ben Stiller, todo sea dicho-. Cuando le ha dado por ponerse serio, con sus participaciones en En algún de la memoria o Embriagado de amor, de P.T. Anderson), ha recibido buenas críticas para su masa de fans ha huído despavorida. Para tenerlos satisfechos, ahora interpreta a Zohan, un peculiar y extremadamente preparado agente israelí de los servicios secretos del Mossad que finge su muerte para poder trasladarse de Israel a Nueva York, y así poder cumplir allí el sueño de su vida: convertirse en peluquero.
El objetivo de la película (como "obra", no como producto´), criticar la falta de comunicación entre israelís y judíos en un conflicto que ya dura más de cincuenta años es digno de aplaudir, al igual que esa incorrección política que inunda parte de la película (la escena en la que los judíos les dicen que a los palestinos que ellos también les tienen miedo cuando les ven en un avión es hilarante). Sin embargo, eso sólo aparece con cuenta gotas. Inevitable y lamentablemente, el humor grueso -ese que hace apología del caca-culo-pedo-pis cada vez que puede- se apodera de la película y la hace perder puntos acompañando a otras cintas de Sandler como Click, ese subproducto, larguísimo, que incompresiblemente vi hace dos años en el Festival de Donosti.
No pienso entrar en valoraciones en si el éxito revelación de Borat tiene que ver o no con la existencia de esta película. Se agradece que una propuesta de estas características intente ir un paso más allá (si ignoramos los defectos anteriormente comentados) a pesar de que los resultados, finalmente, se queden a medio camino. La influencia del cine de Frank Capra y su clásico buenrollismo vuelve a hacer acto de presencia en el cine de Sandler. La buena , aunque también inofensiva, voluntad del actor aparece en Zohan: Licencia para peinar con su llamada a la comunicación entre ambos lados del conflicto no tarda en aparecer. No sé si el mensaje se transmitirá con éxito pero, al menos, ahí queda.
Lo mejor: Lo provocador de la propuesta: hay que ser valiente para producir una película de casi 100 millones de dólares de presupuesto y cuya premisa sea reirse de algo tan grande como el conflicto palestina israelí. Sandler tiene algo para que, yo, sin saber muy bien por qué acabe viendo casi todas sus películas.
Lo peor: Que tenga que recurrir al clásico CCPP(el ya mencionado caca-culo-pedo-pis) para poder satisfacer a su público objetivo. A Sandler, mandamás en cada una de sus películas (razón por la que coloca a sus "coleguitas" como directores) se le ve el plumero de lejos y sus películas repiten una y otra vez los mismos esquemas.
Los cameos: El tenista John McEnroe, los actores George Takei y Kevin James (que trabajó con Sandler en Os declaro marido y marido) o la cantante Mariah Carey son algunas de las celebridades que tienen un cameo en la película.
El actor: Rob Scheneider, más conocido por sus dos Gigoló, es un habitual del cine de Sandler, ya sea en papeles pequeños o de mayor importancia.
La curiosidad: Judd Appatow, el nuevo rey de la comedia de Hollywood tras los éxitos de Lío embarazoso o Supersalidos, es productor y guionista en la película, al igual que Sandler.
En otra época del año, quizás recomendaría la película. Ahora, cuando llegan films como Los girasoles ciegos o todavía podemos ver Batman, Wall·E o Una palabra tuya, no. No obstante, si dentro de unos meses vais al videoclub y quereís ver humor fácil con cierto pose provocador y, para qué mentir, entretenido, Zohan no es mala opción.
0 comentaron:
Publicar un comentario