
Darren Aronofski es uno de esos directores que han tenido la suerte (o desgracia) de pasar del cielo al infierno en sólo dos películas. Si con (la magnífica y durísima) Requiem por un sueño fue nombrado prácticamente como la gran esperanza blanca por la crítica, con su siguiente proyecto, The fountain, le cayeron tantos palos que aún hoy deben pitarle los oidos. Yo creo que era una película preciosa, bien hecha y con un Hugh Jackman mejor que nunca, pero ciertamente un tanto pretenciosa, muy pomposa para lo que quería contar. Gracias a El luchador (que por fin tiene fecha de estreno, 26 de febrero) Aronofski vuelve a las grandes ligas, con un drama, que si bien no es original, sí tremendamente efectivo y emotivo. Es una historia que hemos visto...