Mickey Rourke, un glorioso luchador

Darren Aronofski es uno de esos directores que han tenido la suerte (o desgracia) de pasar del cielo al infierno en sólo dos películas. Si con (la magnífica y durísima) Requiem por un sueño fue nombrado prácticamente como la gran esperanza blanca por la crítica, con su siguiente proyecto, The fountain, le cayeron tantos palos que aún hoy deben pitarle los oidos. Yo creo que era una película preciosa, bien hecha y con un Hugh Jackman mejor que nunca, pero ciertamente un tanto pretenciosa, muy pomposa para lo que quería contar.

Gracias a El luchador (que por fin tiene fecha de estreno, 26 de febrero) Aronofski vuelve a las grandes ligas, con un drama, que si bien no es original, sí tremendamente efectivo y emotivo. Es una historia que hemos visto muchas veces (sin ir más lejos en Rocky, contando como protagonista con un luchador de wrestling en horas bajas en lugar de un boxeador de medio pelo). No obstante y pese a la inevitable visita a los clásicos "lugares comunes" del sug´nere, yo sigo estando dispuesto a ver historias de perdedores: es mucho más fácil identificarse con las miserias de alguien que con la lujosa vida de un conde. Cuestión de empatía y de estar ante una historia brutalmente honesta como lo es la contada por el debutante Robert D. Siegel. Ram lucha por salir del hoyo hasta que, el destino, la mala suerte o su desgracia personal le lleva a protagonizar una de las escenas más intensas del año, acabando con una demoledora frase "Este es el único lugar en el que no acabo lastimado" que explica el por qué de su regreso al mundo del wrestling

Es imposible retrasar lo inevitable a la hora de hablar dela película: el impresionante trabajo de Mickey Rourke. Estamos ante un actor (cuyo trabajo ochentero reconozco desconocer en su práctica totalidad) que sirve a la historia del mismo modo que ésta lo hace a su trabajo. La historia de "The Ram", de sus errores, de su descenso al infierno y su hipotética resurrección no deja de ser la de un Rourke que vuelve del más allá para regalar a la crítica y al público la interpretación de su vida. No estoy seguro de qué hará la Academia ante la durísima categoría de mejor actor (Rourke y Penn hacen un trabajo impresionante, aunque yo probablemente me quede con el segundo): es uno de esos años en el que, gane el que gane, habrá justicia. Brillantes Evan Rachel Wood y, sobre todo, una madura y bellísima Marisa Tomei en el papel de la striper que puede dar a Ram la posibilidad de amar de nuevo y evitar los errores que antaño cometió.

Aranofsky nos ofrece una película brillante, con una dirección intensa y directa, encontrando en un inolvidable Rourke su perfecto compañero de viaje para reflejar la desesperación absoluta de un hombre maltratado por la vida, en busca de una segunda oportunidad. ¡Imprescindible!

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