Clint Eastwood lo ha vuelto a hacer. A pequeña escala, pero lo ha vuelto a hacer. Quién me iba a decir hace unos meses a mí que mi favorita entre El Intercambio y Gran Torino sería ésta última. Vale que la primera destaca por una factura e interpretaciones impecables (a pesar del abuso de momentos Oscaríferos por parte de una excelente Angelina Jolie), pero le falta algo que a Gran Torino le sobra por todas partes: un corazón enorme. Es imposible no dejarse llevar por la brutal naturalidad de la historia de este cascarrabias racista y conservador que encuentra su rendición final con la inesperada amistad que surge con sus vecinos, una familia asiática que en un principio choca con aquel.
No es una historia ni un guión redondo, ni mucho menos: es tremendamente clásica (dicho sin ningún tipo de acritud, en esta ocasión me parece un gran acierto), partiendo de unas emotivas tramas de rendición por una parte y educativa por otra: el protagonista se salva a sí mismo mientras intenta salvaguardar el futuro de Tao, el chaval chino que intenta robar su Gran Torino, un coche que representa la esencia del Clint personaje y el Clint actor en todo momento. Y no quiero olvidarme de lo sorprendentemente divertida que acaba resultando la historia. Estamos aparentemente ante un drama pero nos acabamos encontrando con una excelente comedia, donde se cumple la máxima de Vorhaus de que el humor no es más que verdad más dolor. Nunca pensé que un grupo de chistes racistas y xenófobos podrían hacerme reir tanto. Para Clint, nadie se salva: ni chinos, ni italianos, ni polacos,... nadie.
La película, su supuesto adios al mundo de la interpretación (ya lo dijo con Million Dollar Baby, y afortunadamente no lo respetó), huele a despedida por todas partes, a reflexión de la carrera de un buen actor y enorme director que durante los últimos años se ha erigido como una de las pocas garantías de la industria. Gran Torino dista mucho de ser su mejor película pero es tan naturalista, tan auténtica y tiene un corazón tan grande que es imposible no cogerle cariño. Y lo mismo debe pensar el público: en Estados Unidos se ha convertido en el mayor éxito de la carrera de Eastwood 150 millones de dólares, con un presupuesto de 33; en España, con menos promoción, salas y bombo que su rival Watchmen, la ha superado ampliamente.
Bravo, Clint. No te vayas nunca.
12 marzo 2009
Gran Torino: todo corazón y sentido del humor
12 marzo 2009
Daniel Martínez Mantilla
2 comments
2 comentaron:
Muy buena crítica. Lo que más destacaría de esta película es algo que tú subrayas, el gran corazón que tiene y logra transmitir, al menos esa es la impresión que dejó en mi.
¡Saludos!
A mí también me gustó mucho; y estoy contigo en que en muchos aspectos es una película bastante típica. Pero es cierto que tiene ese toque humano y conmovedor que hace que la recuerdes con cariño.
Respecto a Clint, la verdad es que creo que es hora de que se retire del mundo de la actuación y, eso sí, siga dirigiendo. Se pierde un gran actor, pero ganamos el no tener que verle con esos pantalones por los sobacos, jajaja! Farewell Cachulint! :P
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