El niño del pijama de rayas. Empezaré diciendo que soy de ese (cada vez más reducido) grupo de personas que no se ha leído el susodicho libro (John Boyne, 2007). Que conste que no ha sido por pereza, sino más bien porque de alguna manera quería llegar “virgen” a la película. Nunca he considerado que un libro y sus reproducciones cinematográficas deban ser copias exactas, creo en la libertad y creatividad de directores, guionistas y productores, además está claro que no es lo mismo imaginarse un mundo como el de Narnia que recrearlo en celuloide. Bueno después de avisar al lector que lea esta crítica de que en ella sólo encontrará un análisis única y exclusivamente del film, me pongo manos a la obra.Para empezar, lo cierto es que el título deja poco a la imaginación, para no fastidiar ni el contenido ni el final del que todo el mundo habla, diré que tenemos eso, un niño, un pijama de rayas y de telón de fondo los últimos años de la II Guerra Mundial en Alemania. Con estas pocas líneas podrían descrbirise más de la mitad de las películas que se han hecho sobre esta guerra. Pero ésta incluye un elemento nuevo que la hace más interesante, apasionante y cruel a la vez: todos estos elementos a los que ya estamos acostumbrados son descubiertos y descritos a través de la inocente (pero intensa) mirada de un niño de unos diez años que descubre los horrores de un campo de concentración. Lo que marcará de forma drástica un rápido paso a la madurez.
La película, aunque me resultó algo dura por el tema que trata, se erige como un gran acierto, una combinación perfecta de momentos de gran tensión, escenas dramáticas que arrancarán alguna lagrimilla que otra, pero también está llena de momentos cómicos, de inocencia, de juegos, de amistad y de lealtad. Por ello creo que el único fallo que podría ver en esta película (lo cual no significa que la volveré a ver cuando la estrenen en DVD) es que la temática me resulta facilona, y con esto quiero decir que tratando el tema que trata y con un niño como protagonista es difícil que no nos guste, ya que desde el principio la trama y los protagonistas te atrapan.

28 septiembre 2008
Silvia Crespo


Parece que para Bryan Bertino ha sido llegar y besar el santo, como quien dice. Con su primer guión, ha coseguido no sólo ser respaldado por dos productoras relativamente importantes, sino además dirigirla. Dice que no quería recurrir al susto fácil y aunque en algunas escenas es innegable que lo hace, en cierta manera ha conseguido darle un nivel y estilo a un film que recordemos, está basada en una historia real, cruel y violenta.



No se equivoquen ni juzguen de antemano. La imagen que veis a la derecha no corresponde al tipico cartel alterado por el Photoshop. Aqui, los milagros rejuvenecedores vienen del botox, esa maravillosa herramienta que ha destruido el 90% de las capacidades interpretativas de la un dia maravillosa Nicole Kidman.




Te dan de hostias y no sabes por dónde te vienen. Tu, atolondrado y sorprendido por lo que está pasando reaccionas, primero sorprendido, y después aterrado. No sabes qué es lo que está pasando, quién lo hace y, lo peor de todo, por qué. De esto, en resumidas, cuentas, va El rey de la montaña, la interesante ópera prima de Guillermo López Gallego, que llega a los cines españoles ¡un año! después de exhibirse en Sitges.
Lo mejor: López Gallego saber trasladar la tensión y el desasosiego que sufren los personajes a los espectadores. La puesta en escena ayuda a reforzar la labor de los intérpretes, en un registro muy físico que no se había visto antes en sus interesantes carreras.




Nunca llegué a entender el Oscar a Juliette Binoche por El paciente inglés. Para mí, la gran dama de la película no era ni más ni menos que una Kristin Scott Thomas (SPOILER el clímax en la cueva es de los más tremendo - melodramáticamente hablanndo - que un servidor ha visto en su vida FIN SPOILER) veía desde entonces como su carrera se apagaba poco a poco. Intentó convertirse en estrella con La casa de mi vida (todo un placer culpable para mí, debo admitir) y Caprichos del destino pero no llegó a ninguna parte. Entonces se refugió en el cine francés en roles secundarios con alguna que otra participación en películas como Secretos de familia o Gosford Park.



La Niebla, otra adaptación de Stephen King que se suma a la escasa pila de éxitos. Un gran thriller donde los personajes importan más allá del suspense, algo que se agradece en estos tiempos de chicas en camisón huyendo de asesions por jardines en pleno riego.


Siempre he envidiado al cine francés. Creo, sincieramente, que es el espejo en el que el cine español debería mirarse y no el americano, con el que, por diferentes razones, no puede competir. En la cinematografía de nuestro país vecino nos encontramos a menudo con experimentos, con películas más arriesgadas, más naturales en muchas ocasiones... en definitiva, un cine, generalmente, más maduro y consistente que el que se hace al otro lado de los Pirineos. No obstante, también hay que admitir que ellos tienen una posición mucha más ventajosa que la nuestra, tanto desde la perspectiva del público como de las organizaciones políticas. Pero bueno, dejemos este tema porque me estoy yendo de madre, vamos a por el tema real de la crítica.












































