La Momia 3: La tumba del emperador dragón es una de esas películas que, desde el minuto uno, piden a gritos convertirse en la nueva película analizada de la hilarante web Cinecutre. En la entrada hay algún pequeño spoiler, pero nada importante, así que podeis leerla perfectamente sin haber visto la película.
Lo voy a explicar con una metáfora probablemente poco acertada: La Momia 3 es como la heroína: engancha (en nuestro caso entretiene a raudales) pero sabes que es mala, muy mala. La cantidad de excesos en la película de Rob Cohen (responsable de auténticas joyas como A todo gas, XXX o Steath). Le reconozco al hombre que sabe rodar escenas de accción: las "set pieces" de Shangai y la nieve son espectaculares pero, por otra parte, ¿qué necesidad había de meter YETIS en la película? Siempre me ha gustado el elemento sobrenatural de la saga pero hay cosas por las que no paso. Iba avisado, ya que las imágenes salen en el trailer pero... ¿un dragón de tres cabezas? Está muy bien que el malo de Jet Li (cuya cara me da más grima que Tom Hanks con el pelo largo) domine los cinco elementos pero me parece totalmente salido de madre eso de que se pueda convertir en monstruos. Ni es necesario ni aporta gran cosa a la película. Los efectos especiales son excelentes pero acaban por lastrar a ratos la historia. Además, el sentido del humor, uno de los puntos fuertes de estas películas, no acaba de cuajar: las mejores frases (que no son nada del otro mundo, por otra parte) están en el trailer y el personaje de John Hannah está más perdido que nunca. Tampoco puedo olvidarme de la poco creible historia de amor del hijo de los O'Connell (quien se encuentra a medio camino del nulo carisma de Ben Barnes y el talento de Shia Leboeuf) y del cansino primer acto de la historia, el cual, al igual que en The Mummy Returns, repite, punto por punto, el prologo de la primera película. Un poco de inventiva, señores.
De todos modos, prefiero considerarme un optimista y quedarme con lo bueno de la película: entretiene como pocas cintas lo han hecho este año (y no, la segunda parte de Expediente X no entra en el grupo), el diseño de producción es excelente y María Bello logra que el público no eche de menos a la siempre estupenda Rachel Weisz. Por último también hay que celebrar que Brendan Fraser ha recuperado su pelo para volver a interpretar el papel que estuvo cerca de convertirle en estrella. Bien por tí, Brendan. Ahora no seas egoista y dale el número de teléfono del tío que te ha puesto los implantes a Jude Law.
Lo mejor: El diseño de producción.
Lo peor: Es excesiva y exagerada hasta la muerte. Cohen no ha oído que, a veces, menos es más.
Las escenas: las ya comentadas luchas en Shangai y la nieve.
El regreso de Rick O'Connell logra su máximo objetivo: entretener. Sin embargo, en el camino pierde parte del encanto del Indiana Jones de nuestro tiempo (es triste, pero lo es para mi generación). Divierte pero inevitablemente decepciona.
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